jueves, 13 de agosto de 2015

Espero

La madrugada está fría.
Las farolas apagadas.
Luces de coches alumbran
el asfalto negro cerca del bar
de la esquina.
Entre jamones y madalenas,
sorbiendo un café negro,
leyendo con parsimonia
un periódico amarillento.
Con las gafas caladas
en la nariz aguileña,
los ojos glaucos indiferentes.

En la penumbra de la taberna
animada por los fulgores
del televisor sempiterno
espero
una mirada tuya.

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