Querido amigo,
llega el tiempo del viejo saludo en la calle que ya conoces,
donde los niños ya son otros,
y buscan esquinas rotas para esconder tesoros.
Por aquí acecha el perro de la noche,
anunciando una muerte.
Ya un ángel fue devorado por las olas.
Ya se escuchó el murmullo audaz del agua entre las mejillas del viento.
Llega el tiempo de largas lunas
aquí asomados a la plaza de siempre prometemos romper el día,
desnudar de estrellas el firmamento.
Cuando vuelves a casa y buscas el olor a leche hervida,
a falda bordada, encuentras la escuela, la mesa,
como flores cortadas.
Te tocas el corazón anudado a los ojos,
te sientes extranjero de tu hermano, anciano sin arrugas,
cansado de no volver nunca.
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