Me rio solo,
sólo cuando te miro.
Dentro del contenedor un nido de niños
abandonados me devora las manos.
Me rio solo,
sólo cuando te hablo.
En la esquina con nombre de héroe
vacía de tus pasos, por donde me esquivas,
tomo el sol de invierno, generoso poeta,
que hurga en mis brazos, ramas yertas.
En esta esquina habitan esos
ángeles desnudos
que me despiertan, me sacuden,
espíritus traviesos, viejos amigos.
Me rio solo,
sólo cuando te imploro:
"dime algo.... una palabra
humana..... no me llames
loco...."
miércoles, 19 de marzo de 2014
jueves, 13 de marzo de 2014
La vieja del parque (una historia)
Sentada en un banco, con una maleta vieja donde he guardado mil estrellas,
una por cada noche que vivo sin ti.
Abriga mi piel un puñado de huesos heridos de frío y soledad.
Veo pasear por el parque, felices, las niñas, jugando, comiendo helados de primavera.
Envidio la luz que atrapa las mariposas y persigo su juego infantil.
Toco la madera de mi asiento, noble árbol que cobija mi cuerpo,
mientras las palomas, glotonas se posan sobre mi hombros,
buscando en los ojos y en la boca mi pan y mi silencio.
Ese que tantas noches regalé en la casa de las olas,
de jardín despeinado por el mar, de paredes llenas de sal y muchachos jóvenes
esos que mi vientre acunó con canciones de verano.
Ha llegado el otoño al parque,
soplan remolinos y los vientos levantan las hojas que van a morir.
No se a dónde van.
No pueden correr mis piernas vestidas de invierno, de tiempo, de olvido.
No pueden correr tras la mariposa, ni perseguir a las palomas,
ni a los niños,
ni a mi espíritu,
que ya se va.
una por cada noche que vivo sin ti.
Abriga mi piel un puñado de huesos heridos de frío y soledad.
Veo pasear por el parque, felices, las niñas, jugando, comiendo helados de primavera.
Envidio la luz que atrapa las mariposas y persigo su juego infantil.
Toco la madera de mi asiento, noble árbol que cobija mi cuerpo,
mientras las palomas, glotonas se posan sobre mi hombros,
buscando en los ojos y en la boca mi pan y mi silencio.
Ese que tantas noches regalé en la casa de las olas,
de jardín despeinado por el mar, de paredes llenas de sal y muchachos jóvenes
esos que mi vientre acunó con canciones de verano.
Ha llegado el otoño al parque,
soplan remolinos y los vientos levantan las hojas que van a morir.
No se a dónde van.
No pueden correr mis piernas vestidas de invierno, de tiempo, de olvido.
No pueden correr tras la mariposa, ni perseguir a las palomas,
ni a los niños,
ni a mi espíritu,
que ya se va.
viernes, 7 de marzo de 2014
Sueños (A Jose, que siempre está conmigo y con él no tengo miedo)
Sobre el mar volcaba mi dolor,
escupía lágrimas a las olas saciadas.
Entonces, mis llagas me hablaban
de noches devorando estrellas.
Sobre los muebles rotos escribía líneas torcidas
y aplastaba las cucarachas que me visitaban
cuando apagaba la luz tibia.
Soñaba, pero tenía miedo a soñar.
A veces, engullía noches enteras
y me ocultaba en la niebla.
Soñaba, pero tenía miedo a la tormenta,
al ruido del trueno cerca.
Pero ahora mi sueño son sueños
hechos realidad
cuando camino calle abajo
contigo de la mano cerca.
escupía lágrimas a las olas saciadas.
Entonces, mis llagas me hablaban
de noches devorando estrellas.
Sobre los muebles rotos escribía líneas torcidas
y aplastaba las cucarachas que me visitaban
cuando apagaba la luz tibia.
Soñaba, pero tenía miedo a soñar.
A veces, engullía noches enteras
y me ocultaba en la niebla.
Soñaba, pero tenía miedo a la tormenta,
al ruido del trueno cerca.
Pero ahora mi sueño son sueños
hechos realidad
cuando camino calle abajo
contigo de la mano cerca.
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