viernes, 28 de junio de 2013

Escucha

El cielo.
Digo que mires el cielo,
cómo las estrellas iluminan las olas derramadas.
Mira las nubes
cómo se transforman,
cómo se encaprichan
¿No recuerdas cuando eramos niños y,
tumbados en la arena las llamábamos flor,
acacia, liebre, ángel?

El cielo.
Digo que levantes la cara y veas
que no se ha ido,
los pájaros siguen volando,
el viento sigue soplando.

El mar.
Te digo que mires el mar,
que te mojes los pies,
pero despacio,
en este mar cubierto de noches.
¡El mar!
Y tu no me escuchas
con la cabeza agachada caminas
por las calles estrechas de tu larga
y próspera vida.
El teléfono a la oreja derecha,
la música en la izquierda.
Y no me escuchas
con paso rápido entras en tu casa,
o en tu trabajo,
o en tu bullicio,
mirándote el pelo en el ascensor
¡qué bonito me ha quedado!
Pero, yo te digo que mires el mar,
o la montaña, o los ríos, o el corazón
de quien te espera.
Y tú no escuchas.

4 comentarios:

  1. Hola, Margarita. Me han encantado estos poemas que he podido leer en tu blog.Un beso.

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  2. Gracias, Ramón, vuelvo como en oleadas a la escritura, sobre todo cuando tengo algo más de tiempo. Ahora en verano es buena estación. Un beso. Margarita.

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  3. Sigues siendo un sol, un sol que brilló en Málaga, en Pedregalejo, y que ahora alumbra sobre la monumental ciudad de León. Ya casi nadie escucha, ni nos escuchamos entre nosotros. Es un excelente poema. Tu viejo amigo José Herrero

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