sábado, 3 de abril de 2021

Finales de mes

 El tiempo se ha comido los zapatos con los que tanto paseabas por las calles recién fregadas del amanecer.

 Aún hay niños corriendo por el parque, jugando a la guerra que no conocen, que está por venir. 

El sol sigue iluminando aquellos días que pasan en silencio, sin hacerse notar.

El reloj siempre tiene hambre, mastica constantemente, a trozos pequeños, pedazos de mi carne, hinca sus colmillos en los músculos más duros por naturaleza. Y así, me vence, me domina su impaciencia.

Tengo que vomitar vida.

Tengo que abrazar las notas rítmicas y hermosas que toca tu corazón.

Tu corazón, colibrí alegre y azul, inquieto ser que busca ser aire. Y así late, como el aire, como si fuera a veces viento, otras brisa sencilla y amable.

Tendría, antes de que se me haga tarde, que escribir todas las cosas que no te digo, porque nos apremia la mañana y la noche nos espera cansada. Esas cosas que creo que sabes pero nunca pregunto. Cosas sencillas, banales.

Tengo volver a la playa infinita. 

Los bañistas eran simples sombras minúsculas en la distancia. Caminar sin tregua por la playa sería buena idea, hasta sentir las piernas cansadas y sentarnos en la orilla y dejarnos llevar por el mar, sus constantes olas y, quizás morir, a finales de mes.

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