Te encontré en la calle
apresurada de coches,
niños corriendo a clase,
las manos frías de afecto,
tus ojos escondidos
tras unas gafas distraídas.
Se caía el bolso,
la carpeta,
los documentos,
el otro bolso,
las llaves del coche,
las llaves de tu destino.
Quería decirte que
te quiero,
que quizás podemos parar
y mirarnos el alma.
Balbuceaste algunas sílabas
de cansancio
y vi cómo te alejabas
en un vehículo extraño
de color gris,
como mi desencanto.
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