Ya no volverás a ir tras el salto
huracanado del atleta sol,
aunque rompas con tu ira,
amor,
los remos marinos de las naves,
sabes que no volverás.
Ya no calzarás las sandalias
azules del peregrino verano,
aunque te empeñes
ya te irás,
amor,
hacia los cauces rápidos
de tus sentimientos
de loco extraviado y caminarás
jugando con el otoño
entre olmos amplios y borrachos.